¿Se puede disfrutar del sexo sin amor? Esto dice la ciencia
Dos personas se conocen por primera vez a través de una app de citas, y la suya va tan bien que acaban acostándose. Son jóvenes y modernos, no tienen ningún problema en tener sexo a las primeras de cambio. Lo disfrutan, se lo pasan bien, toman precauciones y todo sale a pedir de boca. Pero a la mañana siguiente se despiden y no vuelven a quedar nunca más. Por falta de tiempo o de interés. Porque tal vez uno de los dos no ha querido llevar la relación más allá, o porque ambos estaban de acuerdo en que aquello era tan soloun rato de diversión y nada más. El sexo es sexo y no tiene por qué suponer nada más. De hecho, ni siquiera se tiene que sentir algo especial por la otra persona, más allá de la evidente atracción que lleva al deseo físico y sexual. Esto es, al menos, lo que muchos aseguran en la era deTinder y las relaciones de una sola noche.
¿Qué hay de malo en disfrutar del sexo con diferentes parejas, sin atarnos a ninguna, siempre que no engañemos y que tengamos claro que eso es lo que queremos? La visión de las relaciones monógamas y eternas está hoy en día más entredicho que nunca. Somos los hijos de esa generación de padres que todavía tenían que tragar con el matrimonio tradicional, y han terminado divorciándose en la mayoría de casos. ¿Dónde queda entonces ese amor romántico y eterno que nos venden en las películas? La romantización de las relaciones es un problema que puede conllevar incluso crisis en muchas parejas, por tener unas aspiraciones imposibles de cumplir. El amor viene primero, nos cuentan, y luego ya viene el sexo, el disfrute, que es infinitamente mayor cuando queremos a alguien. Nadie duda de que tener un vínculo así de fuerte hace que el sexo sea más especial, pero tampoco es algo exclusivo. ¿Se puede tener sexo sin estar enamorado de la otra persona y disfrutarlo igualmente? La ciencia dice que sí, y parece que la nueva generación le da la razón.
El deseo sexual y el enamoramiento
El ser humano ha desarrollado numerosas formas de entender lo que está sucediendo a su alrededor, pero también su interior. Las emociones, los sentimientos, son tan complicados de explicar como imposibles de evitar. Estamos atados a ellos en muchas ocasiones, y aunque la ciencia ya nos explica cómo funcionan, evitar sentir lo que sentimos es complicado. Por eso no debemos incluir en el mismo saco cosas tan diferentes como el deseo sexual y el enamoramiento.
El primero se puede sentir como una chispa, en un simple segundo, por alguien que nos atraiga física o emocionalmente. Para que se de el segundo debe pasar algo más de tiempo. Claro que podemos “enamorarnos” de alguien a primera vista, pero el desarrollo de ese sentimiento, un vínculo más profundo y fuerte, llevará mucho más tiempo. Lo habitual es que para enamorarnos también tenga que haber cierto dese sexual de por medio. Sin embargo, el enamoramiento no tiene que ir ligado al deseo sexual.
Cuando hay placer pero no vínculo
Este punto es clave para entender cómo se desarrolla nuestro vínculo con otra persona. Por más que haya gente que diga que se enamora varias veces al día, lo único que siente es atracción por muchas personas. De hecho, estas personas luego tienen más complicado crear vínculos de apego sanos y duraderos en el tiempo. Tal vez solo buscan pasar el rato y disfrutar del sexo sin presiones ni compromisos, algo totalmente válido si la otra persona busca lo mismo. El placer es un objetivo lícito a la hora de estar con otra persona. El sexo puede ser un final tan válido como otro cualquiera para una relación. Y da igual si no conocemos de nada a esa otra persona, si ni siquiera sabemos su nombre. No estamos buscando crear un vínculo duradero, o al menos no es nuestro objetivo primordial.
¿Se puede disfrutar entonces de un polvo de una noche con una persona que incluso puede llegar a no gustarnos por cómo es, pero que nos atrae sexualmente? La respuesta es un sí rotundo. Si tenemos claro lo que queremos con esa persona, y no mezclamos sentimientos, podemos pasar un rato increíble a su lado. Tal vez no quiera lo mismo que nosotros para una relación, o ni siquiera sea tan especial, pero es que no estamos buscando un príncipe azul, sino un buen amante. El deseo es la primera chispa que se enciende en nuestro interior cuando conocemos a una persona que nos gusta. Y no hay que esperar para disfrutar del sexo si ambos están de acuerdo, porque el placer no está sujeto al amor. Eso sí, cuando el vínculo es más fuerte, el sexo suele disfrutarse más. Porque la mente juega un papel importantísimo en esto.
¿Qué entendemos por amor?
Muchas personas utilizan hoy en día aplicaciones de ligue como Tinder, Grindro similares. También buscan ligar por redes sociales, algo que se ha convertido en un reto común en los últimos años. Este tipo de relaciones suelen ser esporádicas, pero para protegerse, o simplemente porque lo creen así, estas personas aseguran que todas sus parejas sexuales les gustaban. Que estaban enamoradas de ellas, aunque sea solo un poco. Es como si todavía no quisiéramos darle al deseo sexual la magnitud de auténtico sentimiento, por compararlo precisamente con el amor. No hace falta amar a todas las personas con las que nos acostemos, porque el sexo no necesita del amor. La moralidad imperante, sin embargo, todavía sataniza ese tipo de relaciones esporádicas.
El amor es diferente para cada persona, y definirlo le quita parte de su magia. Sin embargo, podríamos considerar que el amor es un vínculo que tenemos hacia otra persona, y que en el caso de la pareja, suele ser recíproco e ir acompañado del deseo sexual, y otras muchas connotaciones. El amor puede darse en apenas unas semanas, aparecer como un rayo y desaparecer con la misma rapidez. El amor se puede vivir con distinta intensidad entre dos personas que se quieren. Porque cada cual tiene sus propias experiencias vitales, su manera de entender el mundo y de sentir las emociones. A veces el amor es complicado, por ser muy complejo, por hacernos vulnerables. El deseo sexual, sin embargo, es mucho más sencillo y reconocible.
Sexo de una noche, prostitutas, follamigos…
Es por eso que, para muchos, la alternativa de disfrutar del sexo sin más finalidad que el placer se hace cada vez más importante. ¿Para qué complicarnos la vida con relaciones que suelen terminar mal cuando simplemente podemos estar con alguien con quien lo pasemos bien en la cama?
Los follamigos están a la orden del día, muchos chicos también acuden a prostitutas para gozar de ese placer sexual, ortos solo buscan chicas en las discotecas para ese mismo fin… Cada cual tiene su forma de disfrutar del sexo, y aunque muchos aseguran que solo gozan cuando están con su pareja, la ciencia ya nos advierte de que el deseo y el amor pueden ir perfectamente por caminos separados.